ACTIVIDAD BLOQUE 3: Taller
cooperativo de comunicación literaria
“ADIVINA CUANTO TE QUIERO”
Quiero
resaltar el inmenso placer que produce escuchar cuentos, tanto a niños como a
los adultos. Para ello es preciso crear un clima propicio para narrarles o leer
en voz alta.
He de decir
que es algo que me entusiasma y tratar de transmitirlo me parece esencial. El
objetivo principal de la comunicación literaria debe ser el disfrute por el
disfrute y tratar de encauzar la atención hacia determinados personajes y
determinadas acciones.
Para
conseguir un alto nivel de comprensión, es importante buscar un momento
adecuado para narrar el cuento, ya sea de forma espontanea o inesperadamente.
Para conseguir que mantengan la atención será preciso poder llegar a realizar
alguna interactuación con los oyentes.
He elegido
este maravilloso cuento para realizar una narración en clase dirigida en este
caso a dos compañeras Leticia y Carmen.
Este libro
lo escribe Sam McBratney, y está ilustrado por Anita Jeram y se hizo en la
editorial Kókinos y el año de edición fue en el 2009.
Adivina cuánto te quiero nos narra, con un
lenguaje claramente poético, la historia de una pequeña liebre
color de avellana que, justo a la hora de irse a dormir, decide jugar a las
adivinanzas con una liebre grande.
El
juego consiste en adivinar cuánto la quiere. Y a partir de este
momento, se inicia una maravillosa competición
en la que el amor trata de medirse.
La
autora no le da a la liebre grande el rol de mama, así de esta manera los niños
– que se identificarán con la liebre pequeña- podrán verla reflejada con
cualquier persona cercana que quieran mucho y les quiera mostrar su cariño.
Era la hora de dormir. La liebre pequeña
color de avellana se agarraba fuertemente a las orejas de la gran liebre color
de avellana. Quería estar segura de que la liebre grande la escuchaba.
“Adivina cuánto te quiero”, le dijo.
“¡Uf!, no creo que pueda adivinarlo”, contestó la liebre grande.
“Así”, dijo la liebre pequeña abriendo los brazos todo lo que podía.
“Adivina cuánto te quiero”, le dijo.
“¡Uf!, no creo que pueda adivinarlo”, contestó la liebre grande.
“Así”, dijo la liebre pequeña abriendo los brazos todo lo que podía.
Edades
recomendadas
La
edad recomendada para este libro es a partir de los 2-3 años,
ya que en esta edad es cuando los niños necesitan sentirse más queridos, cuando
desean expresar su cariño y cuando comienzan a interesarse por el juego de las
adivinanzas. Podemos ver cómo las ilustraciones acompañan la ternura y la
dulzura que el autor nos transmite a través del texto.
Considero
que es un cuento apropiado para esta edad por:
·
Se
relaciona con actividades de su vida
cotidiana: Rutina de dormir.
·
Se
relaciona con su momento evolutivo: comienza la expresión de sentimientos y la
capacidad de percibirlos.
·
Etapa
de Representación Preoperatoria según Piaget: Interpretación mágica de la
realidad y el gusto por la personificación de animales.
·
Etapa
egocéntrica: preocupación por lo que siente por uno mismo.
·
Se
trabajan conceptos simples de forma, color y tamaño.
·
Cuento
cuyo protagonista es un niño como él.
·
Lenguaje
simple con desenlace feliz.
·
Contiene
onomatopeyas y metáforas.
·
La
repetición hace referencia a cuanto se quieren la una a la otra.
El
tema principal de este libro, como ya he dicho anteriormente, es la
expresión de los sentimientos; en este caso, del amor que se siente por otra
persona. Durante los primeros años de vida, es muy importante
reforzar el aspecto emocional de los niños: que se sientan queridos y que poco
a poco sepan expresar sus sentimientos.
Es
un cuento con un carácter poético, lleno de repeticiones y con un claro diálogo
que conseguirá que hasta los más pequeños quieran participar.
La
cadencia de la narración, la suavidad de las ilustraciones… la narración oral ha de ser como una nana que envuelva al
niño y al adulto que
lee al igual que la noche envuelve el amor de las liebres color de avellana.
Entonces miró por encima de los arbustos,
hacia la enorme oscuridad de la noche. Nada podía estar más lejos que el cielo.
“Te quiero de aquí a la luna”, dijo, y cerró los ojos.
“Eso está muy lejos”, dijo la liebre grande.
“Eso está lejísimos”.
La gran liebre color avellana acostó a la liebre pequeña en una cama de hojas.
Se quedó a su lado y le dio un beso de buenas noches.
Luego se acercó aún más y le susurró con una sonrisa: “Yo te quiero de aquí a la luna…
… y vuelta”.
“Te quiero de aquí a la luna”, dijo, y cerró los ojos.
“Eso está muy lejos”, dijo la liebre grande.
“Eso está lejísimos”.
La gran liebre color avellana acostó a la liebre pequeña en una cama de hojas.
Se quedó a su lado y le dio un beso de buenas noches.
Luego se acercó aún más y le susurró con una sonrisa: “Yo te quiero de aquí a la luna…
… y vuelta”.
Indicaciones
para antes, durante y después de la lectura
Hay
libros para contar y hay libros para leer. Contar los libros supone dotar de
magia y de cercanía al texto. Un libro para leer es aquel que
lleva la magia y la cercanía impresas en sus palabras
Adivina
cuánto te quiero es un libro para
leer. No hay nada que añadir, nada que cambiar.
La
forma y el fondo forman un todo perfecto.
La primera vez que leamos este libro al niño podemos enseñárselo para que lo ojee y vea los dibujos. Luego podemos leerle el título y preguntarle por su significado y por su posible relación con el dibujo de la portada. Podemos realizar una primera hipótesis sobre el contenido del cuento.
El mejor momento para leérselo es el de antes de irse a dormir. Favoreceremos la identificación del niño con el protagonista de la historia, ya que ésta empieza cuando la pequeña liebre tiene que irse a la cama.
Durante la lectura, el lector y el receptor pueden ponerse en la piel de las dos liebres e imitar sus movimientos como si se tratase de una representación teatral.
La primera vez que leamos este libro al niño podemos enseñárselo para que lo ojee y vea los dibujos. Luego podemos leerle el título y preguntarle por su significado y por su posible relación con el dibujo de la portada. Podemos realizar una primera hipótesis sobre el contenido del cuento.
El mejor momento para leérselo es el de antes de irse a dormir. Favoreceremos la identificación del niño con el protagonista de la historia, ya que ésta empieza cuando la pequeña liebre tiene que irse a la cama.
Durante la lectura, el lector y el receptor pueden ponerse en la piel de las dos liebres e imitar sus movimientos como si se tratase de una representación teatral.
Una
vez hayamos acabado con la lectura, podemos preguntarle cuánto nos quiere,
cuánto quiere por ejemplo a papá, a mamá, a la abuela, etc. y empezar un
pequeño juego. También debemos preguntarle si le ha gustado el libro, si quiere
que lo leamos otra vez u otro día. Que es lo que más les ha gustado. Si les dan
un besito antes de ir a dormir.
El
proceso
A continuación
describiré el proceso que he seguido para hacer esta actividad de “La Hora del cuento”.
Para
comenzar le daré vida al cuento, personificando el libro en sí. De esta manera
crearemos un ambiente de magia, misterio
y cooperación.
“El cuento está
dormido….¿Lo despertamos? Le daremos
unos golpecitos (toc, toc, toc) y escondidos tras él crearemos un momento de
intriga (pausa misteriosa) que les
encanta y hace que su interés crezca por momentos.
Volveremos a
preguntarle ¿Hay alguien ahí? Y todos juntos a la de tres soplaremos y de esa
forma abriremos el cuento para comenzar a leerlo.
La fórmula
de comienzo sería: Abracadabra pata de
cabra, prepárate cuento para que te abra. Y la de cierre: Colorín colorado este cuento se ha acabado
y colorín colorete por la chimenea sale un cohete. Con una mano haremos el
ruido de un cohete daremos golpes al cuento y simularemos un cohete. Es una
técnica que les apasiona a los niños de 2-3 años por las onomatopeyas y la
expresividad del cuentacuentos.
Quería
contarlo con una entonación agradable,
modulando la voz para acrecentar el
interés de los niños y teatralizar a los dos personajes la liebre pequeña y la liebre
grande color de avellana. También alguna pausa
misteriosa durante los diálogos.
Para preparar la Narración:
·
Primero leí
el cuento varias veces.
·
Lo ensayé yo
sola cuidando la modulación de la voz, la dicción, los gestos, las pausas
y los cambios de ritmo.
·
Se lo conté
a mi compañera Elisa.
¡Ya estaba preparada
para hacer la actividad en clase!
El
cuentacuentos en clase. Autoevaluación.
Llegó el momento de hacer
la actividad en clase de Literatura Infantil.
El grupo que
me asignaron estaba compuesto por Leticia que contó un cuento popular “Historia
de una liebre de Pascua” para niños de 5 años y Carmen que leyó, para
niños de 5 años también, “La princesa y el guisante” de Hans C.
Andersen.
Tengo que
decir que ambas lo contaron fenomenal y disfrute mucho escuchándolas. Leticia
lo narró sin soporte y lo hizo francamente bien, consiguió emocionarme muchísimo
y consiguió toda mi atención durante el proceso de la comunicación literaria. “La
princesa y el guisante” ya lo conocía pero la forma en la que Carmen lo contó
le dio su propia recreación y consiguió tenerme totalmente atenta durante la
historia. En este caso solo le hice una apreciación que debería mover el cuento
de manera que todos pudieran verlo en el momento de contarlo en el aula.
Disfrute muchísimo
en el momento de leer mi cuento “Adivina cuanto te quiero” para mi es tan emotivo y lleno de sentimientos
que el entusiasmo que le dedico al contarlo se puede reflejar durante la
comunicación literaria. Es un cuento que he contado en muchas ocasiones y las
estrategias o fórmulas que utilizo para
empezar o acabar el cuento se que son adecuadas por mi experiencia en escuelas
infantiles y centros de ocio con cuentacuentos.
En cuanto a
la evaluación de mis compañeras fue bastante positiva, me dijeron que les había
emocionado mucho y que no tenía nada que mejorar, que el tono fue adecuado, la
modulación de voz, el ritmo apropiado y que era adecuado para la horquilla de
edad que había apuntado 2-3 años.
Creo que
mantuve la mirada en los receptores durante la narración y realice las
preguntas necesarias después de la lectura aunque en mi autoevaluación he de
decir que debería realizar algunas preguntas previas al cuento, durante y después
de la transmisión literaria.